Tradicionalmente asociamos la Navidad a una época de felicidad, donde todos estamos obligados a sentirnos contentos y disfrutar de las fiestas, pero algunas personas no pueden evitar sentirse tristes en una de las épocas supuestamente más alegres del año.
Según comienza diciembre, podemos ver pequeños cambios a nuestro alrededor, cómo se van adornando las calles, cómo comienza a haber dulces navideños en los supermercados, vemos anuncios de juguetes en la televisión, empieza un ambiente festivo, llegan felicitaciones de amigos, planeamos los detalles que tendremos con ellos, organizamos las reuniones familiares, las cenas de empresa, etc.
A pesar de que hay quienes consideran que esta es una época feliz, familiar y divertida, hay personas que la viven de forma muy distinta, con tristeza, nostalgia, estrés e incluso dolor.
Independientemente de cómo las vivamos y percibamos, puede que estas fechas sean el momento del año donde más emociones experimentamos, y estas están directamente relacionadas con las experiencias que hemos vivido.
La Navidad no tiene que ser una época de felicidad para todo el mundo. Las personas tenemos emociones y sensaciones distintas, según los acontecimientos que hayan ocurrido en nuestra vida.
Para los niños se asocia al período vacacional, los regalos y la parte más mágica de estos. Por lo que en la infancia es más fácil que exista una mayor prevalencia de emociones positivas. No obstante, es cierto que todo esto dependerá de cómo los adultos más cercanos al niño perciban y afronten esta época del año.
La ansiedad es una de las emociones que más experimentamos por estas fechas cuando somos adultos, y aparece por varios motivos, como el compromiso de asistir a numerosas reuniones, comidas y cenas de empresa, el cierre de temas laborales, las compras de regalos y la preparación de celebraciones en casa.
Por este tipo de asuntos, es posible que vivamos estas fechas como unos días de auténtica locura. Además, si hemos perdido a alguien recientemente o hemos vivido una ruptura, no nos será fácil albergar el espíritu que se espera de nosotros.
Es importante que, en estos momentos del año, nos dediquemos un espacio a identificar qué sentimos y podamos reflexionar sobre qué es lo que nos hace sentirnos así.
Es importante y necesario que comprendamos nuestras emociones, que nos permitamos sentirlas y que hagamos lo que esté en nuestra mano para manejarlas y vivirlas de una manera sana y acorde a lo que ocurre a nuestro alrededor.
No debemos presionarnos con la idea de estar felices, tenemos que aceptar nuestro estado de ánimo, a la vez que procuramos adaptarnos a la situación lo mejor que podamos.
Cuando no estamos pasando por momentos fáciles a nivel emocional, uno de los mejores métodos para abordar esta época del año es aprender a relativizar, es decir, a darle a las cosas la importancia justa. Esto nos llevará a descubrir que, al igual que el resto del año, debemos sentirnos libres de experimentar y vivir la época a nuestra manera, con nuestras propias emociones.
La Navidad puede ser un momento para ayudarnos a plantearnos metas y objetivos personales, y comenzar a trabajar por conseguirlos.
Al plantearnos hacer un cambio, podemos empezar a tener diferentes objetivos, los cuales nos invitan a movilizarnos y dar una serie de pasos. El hecho de tomar acciones contribuirá a que empecemos a experimentar emociones más positivas, como por ejemplo, las ganas y la motivación.
El estado de ánimo no depende de nadie más que de nosotros mismos. Somos los que generamos nuestras emociones, de manera que tenemos un papel activo en ellas.
Otro aspecto que nos ayudará también a sentirnos mejor es vigilar y mejorar el tipo de pensamientos que tenemos.
Si asociamos la Navidad a algo triste, nuestros pensamientos irán en esa misma dirección, y ocuparán nuestra mente. Tenemos que cuidar y utilizar de manera positiva nuestro pensamiento, para no dejarnos llevar por ideas que nos hagan daño.
Las emociones en Navidad pueden ser muy diversas y, a veces, pueden ser ambiguas para una misma persona, llevándola a tener sentimientos encontrados.
Podemos mejorar nuestras habilidades emocionales en Navidad si procuramos entendernos y respetamos nuestras propias emociones. También si tomamos la iniciativa de adoptar una actitud diferente, alejándonos un poco de la percepción negativa que tenemos y practicando la relativización para darle la importancia justa las cosas.
Podemos disfrutar de la familia y amigos, como en cualquier otra fecha. Sin presionarnos, ni obligarnos a estar felices, ni hacernos daño con pensamientos negativos.